El clima está cambiando. El planeta sufre temperaturas jamás registradas hasta ahora. Las sequías son cada vez más abundantes y agresivas y, pese a que grandes tormentas e inundaciones acechan algunas partes del planeta, la escasez de lluvia es un grave problema para la subsistencia de muchas familias.
Ante este drama, hay inventos que tratan de forzar el clima. Una de las opciones son las avionetas que surcan los cielos provocando y evitando precipitaciones, lo que no es muy recomendable a largo plazo. Hay opciones mucho más efectivas y menos invasivas, como el invento mexicano de la lluvia sólida.
La lluvia sólida es una tecnología a base de un polímero biodegradable para almacenaje de agua de lluvia y riego que permite a los productores de zonas áridas disponer de agua para sus cultivos de manera más flexible y eficiente. De esta manera, esta innovación puede ayudar a mitigar los efectos de la sequía en los cultivos básicos de Mexico y otros países con problemas similares.
Puede perecer imposible, pero gracias al acrilato de potasio, un polímero higroscópico, existe una manera de concentrar el agua de lluvia y maximizar sus propiedades. En otras palabras, este compuesto químico es capaz de absorber 500 veces su peso en agua. Con sólo 10 gramos de esta sustancia se puede solidificar un litro de agua, el cual no se evapora ni se filtra. Es como si en el granero, además de trigo y cebada, se pudieran almacenar también toneladas de lluvia para utilizarla cuando mejor convenga.
Este compuesto es biodegradable y no es tóxico. Su funcionamiento es muy sencillo. Primero se recoge en pozos toda el agua posible durante la temporada de lluvias. Después, se vierte acrilato de potasio y se almacena. Con esa masa de lluvia sólida, los campos pueden permanecer húmedos durante la temporada más seca. Este compuesto, que puede reciclarse almacenando agua durante 10 años, proporciona sólo el líquido que necesita cada planta y se consume lentamente.
‘Cuando terminan las lluvias o se atraviesa una sequía, sólo hay que escarbar donde están las plantas y colocar la lluvia sólida como si fuese hielo picado, tan cerca de las raíces como sea posible. Con eso la planta se mantiene viva o renace’, explica el ingeniero químico Sergio Pico
Su uso incrementa la capacidad de los suelos para retener agua varios años y, además, reduce la frecuencia de irrigación en un 50%. Al no evaporarse, además, esa agua actúa de forma más eficiente, sin desperdiciar ni una gota.
Este compuesto no sólo mejora el rendimiento de los campos con la cantidad justa de agua, sino que es muy útil para recuperar terrenos erosionados. En zonas donde la tierra se ha agrietado por culpa de la sequía extrema, muchos agricultores están sembrando lluvia para recuperar el suelo y, así, lograr cultivar las semillas que deseen.
Cerca del 70% del agua dulce de todo el mundo se destina a la agricultura, sector que a su vez desperdicia hasta el 80% de ese líquido, como ocurre en México. Gracias a la lluvia sólida se pueden planificar las cosechas de un año para el otro, asegurar la producción ante sequías inesperadas y obtener finalmente una cantidad enorme de alimentos y de una calidad muy superior, pues nunca habrá faltado una gota de riego en todo el proceso.
“Lo que conseguimos es olvidarnos de toda la incertidumbre de las lluvias, porque ya la tenemos en las manos y está en nuestro criterio sembrarla en lugar de esperar a que nos caiga del cielo”, indica Rico.
Problemas
¿Es la lluvia sólida la próxima revolución agrícola? Por el momento su implantación está siendo lenta, si bien cada vez más empresas españolas están usando este singular remedio. El Ayuntamiento de Barcelona la está empleando en sus jardines y zonas verdes, así como el sector vitivinícola y aceitero de nuestro país. Sin embargo, varios son los expertos que han puesto en duda tal milagro contra las hambrunas y las sequías.
Los expertos se preguntan si el acrilato de potasio aplicado en masa en el subsuelo no absorbería una cantidad de lluvia excesiva. Es decir, si cuanto comienzan a secarse, absorben el agua de su alrededor de manera incluso más vigorosa, lo que significa tomar el agua directamente de las raíces de la planta. También los expertos se cuestionan qué ocurre con los residuos del acrilato de potasio una vez expirada su vida útil, que puede alcanzar hasta los 10 años.
“Este polímero no envasa el agua, sino que adhiere las moléculas. No es soluble en agua, por lo que los elementos de su fórmula no van a contaminar la tierra ni van a ser absorbidos por las plantas, sino que forma como un granito de arena que queda integrado al suelo pero totalmente inocuo”, argumenta Rico, quien prosigue: “La cantidad es de más o menos 200 gramos por cada tonelada de tierra, o sea que prácticamente es insignificante su presencia”. Los granos de agua mantienen húmedos los campos de cultivo, condición necesaria para que los microorganismos procesen los nutrientes de la tierra y los transmitan a las plantas. De este modo, se mantiene la humedad por mucho más tiempo y se impide que el agua y los minerales de la tierra se filtren al subsuelo. Cuando se agota el líquido, los polímeros se pueden volver a llenar con una cantidad mínima de riego.
El desarrollo y uso comercial del acrilato de potasio es libre, no se rige bajo ninguna patente, y de hecho hay cada vez más compañías explorando esta sustancia para su uso en agricultura. No sería extraño que su nombre se convierta en algo común en nuestro entorno agrícola en los próximos años.
Alternativas
Una alternativa al acrilato de potasio es la sepiolita (bentonita en otros casos). Este mineral ultra absorbente, se usa entre otras para la arena de gatos y ceniceros, es utilizado desde hace tiempo por Israel, que consiguió crear una agricultura próspera en un terreno extremadamente árido (sus vecinos no lo han hecho). Además de almacenar la humedad (agua) del entorno, almacena nutrientes que se van liberando poco a poco. Es un mineral muy barato que se conoce hace tiempo y empresas españolas son grandes concesionarias de minas en el extranjero